ET's en la Antiguedad
Part1
Part1
Part4
El 26 de Octubre del año
312 de nuestra era el emperador romano Constantino I el Grande se
hallaba arrodillado de cara al Sol, adorándole, cuando se produjo un
extraño fenómeno. Procedentes del astro rey, el emperador acertó a ver
unas oscuras radiaciones en diagonal que dibujaban una luminosa y
potente cruz sobre el cielo. En su mente resonó entonces un nombre
-Christos- y, a continuación, la misma voz sobrenatural le dijo: "Con
este signo, triunfarás". Constantino no se lo pensó dos veces. Todavía
perplejo por aquel espejismo o ensoñación, ordenó a sus hombres la
sustitución del águila imperial que figuraba en las égidas y
estandartes de sus tropas por el símbolo de Cristo.
Al amanecer del 27 de Octubre las tropas de Constantino aguardaban la llegada al desfiladero, al pie del puente Milvaiano, de las filas enemigas que se hallaban bajo las órdenes de Marco Aurelio Majencio. La batalla fue encarnizada pero Constantino venció. ¿Se debió a la victoria anunciada por el extraño fenómeno luminoso? ¿O, simplemente, la superstición sirvió de impulso positivo a las sugestionadas tropas romanas? En cualquiera de los dos supuestos Constantino consiguió vencer a Majencio y entrar victorioso en Roma. Probablemente hoy nada sería igual si aquella "visión" no se hubiera producido. El cristianismo, seguramente, habría sido perseguido y castigado por Roma y los cimientos de nuestra civilización occidental no se hubieran desarrollado tal y como lo han hecho. ¿Alteraron los OVNIS el desarrollo de la Historia? Rotundamente sí. Y no ha sido la única vez.
OVNIS EN EL ANTIGUO EGIPTO
Ya con anterioridad el rey Tutmosis III presenció estos extraños artefactos en Egipto. De ello da cuenta el conocido Papiro Tulli que se conserva en los Museos Vaticanos, en Roma. Este documento describe la llegada de un círculo de fuego en el cielo el 18 de febrero de 1487 antes de C. "No tenía cabeza, (aunque) el aliento de su boca (despedía) un olor fétido. Su cuerpo era como una pértiga de largo (unos 5 metros) y una pértiga de ancho. No tenía voz". Más adelante puede leerse: "¡Oh! Son numerosos... Brillan más que el Sol, en los cuatro puntos cardinales del cielo". El documento traducido por el egiptólogo Boris de Rachewiltz es parco en detalles pero lo suficiente para deducir que varios objetos de origen desconocido establecieron contacto con los antiguos egipcios. ¿Podemos decir que los objetos que viajan hoy por nuestros cielos son los mismos que contemplaron los antiguos en el pasado?
Para el exjesuita Salvador Freixedo no hay la menor duda, los "extraterrestres" estarían llevando a cabo un sistemático plan de concienciación y control de la humanidad desde tiempos pretéritos. Andreas Faber Kaiser llega más lejos en su libro "El muñeco humano" cuando sostiene que "los legados más antiguos de nuestra historia convergen en una explicación lógica para el origen de la humanidad: una supercivilización cósmica nos fabricó en un pasado remoto".
"MARCIANOS" EN LA PREHISTORIA
De hecho hallamos "pruebas" de la presencia de otros seres avanzados en nuestro planeta desde la más remota antigüedad. En el desierto Sahara, al sur de la cordillera de Tassili, Argelia, por ejemplo, en las oquedades y restos de antiguos refugios se hallan más de cinco mil pinturas. Henri Lhote fue el primero en explorarlas, en 1933, y las bautizó como "los marcianos".
Las pinturas murales de Tassili, situadas en una plataforma arenosa de 800 kilómetros de longitud por 60 de ancho, contienen una información detallada de la vida del hombre prehistórico, reproducen animales con gran fidelidad, también hombres en escenas de caza, pero junto a ellos extraños seres de enorme cabeza redonda provista de un solo ojo. Algunos escépticos sugirieron que se trataba de hombres con calabazas vacías sobre sus hombros cumpliendo algún ritual primitivo, teoría que carece de fundamento por el hecho de que nunca se cultivó este fruto en lo alto de la meseta de Tassili. ¿Quiénes eran? ¿Por qué guardan tal semejanza con los modernos casos de contacto extraterrestre?
Los dioses de Tassili tienen sus homónimos en otras partes de mundo. En Australia, en España, en Francia, pero el legado vivo de aquellas pinturas se halla al norte de Africa, encarnado en la tribu de los dogon.
VISITANTES DE SIRIO
Los dogon viven en la República de Malí, en el antiguo Sudán francés y, curiosamente, disponían desde hace más de cinco mil años de una información privilegiada en referencia a la estrella Sirio imposible de adquirir sin los modernos conocimientos astronómicos. El investigador Robert K.G.Temple sugirió que los dogon adquirieron sus extraordinarios conocimientos gracias a las revelaciones de unos visitantes cósmicos que procedían del sistema solar conocida como "La estrella perro". ¿De qué otro modo podían saber que Sirio es un sistema triple, es decir, formado por tres estrellas cuando estos conocimientos no estarían en posesión del hombre moderno hasta 1995?
Efectivamente, un equipo de astrónomos franceses descubrió, ese año, que la estrella más brillante del firmamento era un sistema estelar formado por tres estrellas y no por dos, como sostenía la astronomía desde mediados del siglo XIX. Lo verdaderamente sorprendente es que cuando en 1931 el antropólogo francés Marcel Griaule visitó por primera vez a los dogon descubrió que sus tradiciones más sagradas hablaban de una estrella compañera de Sirio y de la que, incluso, conocían el tiempo que tarda en completar su órbita. Por si fuera poco los dogon sabían que es extraordinariamente densa y hablaban de una tercera estrella de la que, dicen, es mucho más ligera. Todos estos datos han podido ser cotejados, cinco mil años después, por D. Benest y J.L.Duvent quienes dedujeron en 1995 que la nueva Sirio C es una "enana roja" quinientas veces menos densa que nuestro Sol. ¿Sorprendente no?
Por si fuera poco otros pueblos vecinos como los Bambara, los Bozo de Segu y los Miniaka de Kutiala comparten idénticos conocimientos sobre Sirio con los dogon. "Cada cincuenta años -explica el investigador Javier Sierra- cumpliendo la órbita de Sirio B alrededor de Sirio A, estas tribus celebran las Fiestas Sigui, en honor a Sigui Tolo que es como conocen a Sirio A. Es entonces -prosigue- cuando elaboran complejas máscaras de madera para celebrar la entrada del nuevo ciclo, que después almacenan en un lugar sagrado desde, al menos, el siglo XV". Con respecto a cómo estas tribus adquirieron tales conocimientos Sierra añade: "Los dogon creen en un dios hacedor del Universo que mandó a nuestro planeta a un dios menor. Éste descendió a la Tierra y trajo semillas de plantas... Después de crear la Tierra, las plantas y los animales, este dios creó la primera pareja de humanos". Sorprendentemente esta leyenda encaja con otras de lugares bien dispares lo que hace pensar que todas partieron de un tronco común. ¿Acaso
un acontecimiento real? Así lo pensaban, a finales de los cincuenta, los escritores franceses Louis Pauwels y Jacques Bergier "¿Y si los más viejos textos de la Humanidad -se preguntaban- sagrados a nuestros ojos, no fuesen más que traducciones bastardas, vulgarizaciones aventuradas, informes de tercera mano, recuerdos un poco adulterados de realidades técnicas?"
Si en el pasado, efectivamente, la Humanidad mantuvo contacto con seres extraterrestres resulta lógico pensar que, automáticamente, aquellos pueblos primitivos los asociasen a espíritus o divinidades que instruían a los humanos.
En la literatura védica , en un relato que se encuentra en las estancias de Dzyan, hallamos de nuevo alusiones a estos "instructores" extraterrestres y a la "importación" de algunos frutos, en este caso el trigo: "Frutos y granos, desconocidos sobre la Tierra hasta entonces, fueron traídos desde otras lokas (esferas o planetas) por los Señores de la Sabiduría". Se da la circunstancia de que, efectivamente, el trigo es una gramínea con una localización geográfica muy restringida en su origen, en concreto en Oriente Medio, donde aún se puede hallar en estado silvestre. Precisamente allí se generó la leyenda de Osiris, el dios egipcio que, entre muchas otras cosas, enseñó a los habitantes del Valle del Nilo a vivir en ciudades y la agricultura. Osiris, según la leyenda, descendió del cielo en un "barco volador". ¿Se trataba de un OVNI?
EL PUEBLO DE LAS ESTRELLAS
Uno de los relatos más curiosos es, sin embargo, el del etnólogo británico Karyl Robin-Evans, quien en un notable informe publicado en el Journal of Comparative Ethnology dio a conocer una singular tribu del Tibet. Se trata del pueblo de los Dzopa –hoy exterminados- que declaraban con vehemencia que habían venido de las estrellas y que esperaban que sus hermanos del cielo vinieran a buscarles. Los Dzopa custodiaban una serie de extraños objetos en forma de disco y sabían muchas artes extrañas. Comerciaban con sus habilidades médicas y con metales a cambio de comida y lecciones de agricultura.
Robin-Evans menciona una celebración, conocida como el Festival de las Cabezas, que conmemora la supuesta llegada del pueblo desde lo alto del firmamento. En el desarrollo de la ceremonia los Dzopa hacen volar cometas en las que han escrito frases como: "Venid a nosotros" o "Volved a nuestros hermanos perdidos".
También los conquistadores españoles hallaron numerosas referencias a seres superiores venidos de los cielos. Fernando Pizarro, que salió de Panamá y llegó a Coaqui, perú, en 1531, consiguió su primera y efímera victoria gracias a la piel blanca de sus hombres, sus caballos y el retumbar de los cañones. Al parecer los indígenas les confundieron con los "dioses blancos" cuya presencia coincidía con "ruidos estruendosos y desmedidos". También el cronista Hernán Cortés escribe: "Poco tiempo antes que viniésemos a la Nueva España vieron una señal en el cielo, que era como verde y colorado y redonda como una rueda de carreta y que junto a la señal venía otra raya y camino de hacia donde sale el Sol y se venía a juntar con la raya colorada". ¿Se referían a las naves de sus "dioses" extraterrestres?"
EL ASTRONAUTA DE PALENQUE
Pero un notable descubrimiento puede despejar las dudas todavía existentes. En el estado de Chiapas, México, en el vasto campo de ruinas mayas de Palenque dominada por una gran pirámide se levanta el llamado Templo de las Inscripciones. Fue allí, en 1945, donde el arqueólogo Alberto Ruiz Lhuillier descubrió un extraño relieve que representa un objeto cónico con un tubo de escape encendido. Un sacerdote estirado mira hacia arriba y sostiene palancas en sus manos. Los jeroglíficos mayas que figuran en el marco del dibujo del sarcófago han sido interpretados como el Sol, la Luna y la Estrella Polar, confirmando así la interpretación cósmica del relieve.
¿Quiénes eran estos visitantes?, ¿Cabe pensar que nunca nos ha abandonado? ¿Significa esto que existe una presencia invisible pero protectora de la Humanidad influida por las doctrinas que hace miles de años seres de otros mundos legaron a los sacerdotes antiguos? Tal vez esta sea la razón de la existencia de muchas sociedades secretas quienes, desde la más remota antigüedad, han guardado los conocimientos que, presuntamente, otros seres les trasmitieron, tal vez la siguiente fase, en la que nos encontramos, sea descifrar los datos para el contacto definitivo.
---
Josep Guijarro Triadó
Director de KARMA 7
Investigador y periodista
Al amanecer del 27 de Octubre las tropas de Constantino aguardaban la llegada al desfiladero, al pie del puente Milvaiano, de las filas enemigas que se hallaban bajo las órdenes de Marco Aurelio Majencio. La batalla fue encarnizada pero Constantino venció. ¿Se debió a la victoria anunciada por el extraño fenómeno luminoso? ¿O, simplemente, la superstición sirvió de impulso positivo a las sugestionadas tropas romanas? En cualquiera de los dos supuestos Constantino consiguió vencer a Majencio y entrar victorioso en Roma. Probablemente hoy nada sería igual si aquella "visión" no se hubiera producido. El cristianismo, seguramente, habría sido perseguido y castigado por Roma y los cimientos de nuestra civilización occidental no se hubieran desarrollado tal y como lo han hecho. ¿Alteraron los OVNIS el desarrollo de la Historia? Rotundamente sí. Y no ha sido la única vez.
OVNIS EN EL ANTIGUO EGIPTO
Ya con anterioridad el rey Tutmosis III presenció estos extraños artefactos en Egipto. De ello da cuenta el conocido Papiro Tulli que se conserva en los Museos Vaticanos, en Roma. Este documento describe la llegada de un círculo de fuego en el cielo el 18 de febrero de 1487 antes de C. "No tenía cabeza, (aunque) el aliento de su boca (despedía) un olor fétido. Su cuerpo era como una pértiga de largo (unos 5 metros) y una pértiga de ancho. No tenía voz". Más adelante puede leerse: "¡Oh! Son numerosos... Brillan más que el Sol, en los cuatro puntos cardinales del cielo". El documento traducido por el egiptólogo Boris de Rachewiltz es parco en detalles pero lo suficiente para deducir que varios objetos de origen desconocido establecieron contacto con los antiguos egipcios. ¿Podemos decir que los objetos que viajan hoy por nuestros cielos son los mismos que contemplaron los antiguos en el pasado?
Para el exjesuita Salvador Freixedo no hay la menor duda, los "extraterrestres" estarían llevando a cabo un sistemático plan de concienciación y control de la humanidad desde tiempos pretéritos. Andreas Faber Kaiser llega más lejos en su libro "El muñeco humano" cuando sostiene que "los legados más antiguos de nuestra historia convergen en una explicación lógica para el origen de la humanidad: una supercivilización cósmica nos fabricó en un pasado remoto".
"MARCIANOS" EN LA PREHISTORIA
De hecho hallamos "pruebas" de la presencia de otros seres avanzados en nuestro planeta desde la más remota antigüedad. En el desierto Sahara, al sur de la cordillera de Tassili, Argelia, por ejemplo, en las oquedades y restos de antiguos refugios se hallan más de cinco mil pinturas. Henri Lhote fue el primero en explorarlas, en 1933, y las bautizó como "los marcianos".
Las pinturas murales de Tassili, situadas en una plataforma arenosa de 800 kilómetros de longitud por 60 de ancho, contienen una información detallada de la vida del hombre prehistórico, reproducen animales con gran fidelidad, también hombres en escenas de caza, pero junto a ellos extraños seres de enorme cabeza redonda provista de un solo ojo. Algunos escépticos sugirieron que se trataba de hombres con calabazas vacías sobre sus hombros cumpliendo algún ritual primitivo, teoría que carece de fundamento por el hecho de que nunca se cultivó este fruto en lo alto de la meseta de Tassili. ¿Quiénes eran? ¿Por qué guardan tal semejanza con los modernos casos de contacto extraterrestre?
Los dioses de Tassili tienen sus homónimos en otras partes de mundo. En Australia, en España, en Francia, pero el legado vivo de aquellas pinturas se halla al norte de Africa, encarnado en la tribu de los dogon.
VISITANTES DE SIRIO
Los dogon viven en la República de Malí, en el antiguo Sudán francés y, curiosamente, disponían desde hace más de cinco mil años de una información privilegiada en referencia a la estrella Sirio imposible de adquirir sin los modernos conocimientos astronómicos. El investigador Robert K.G.Temple sugirió que los dogon adquirieron sus extraordinarios conocimientos gracias a las revelaciones de unos visitantes cósmicos que procedían del sistema solar conocida como "La estrella perro". ¿De qué otro modo podían saber que Sirio es un sistema triple, es decir, formado por tres estrellas cuando estos conocimientos no estarían en posesión del hombre moderno hasta 1995?
Efectivamente, un equipo de astrónomos franceses descubrió, ese año, que la estrella más brillante del firmamento era un sistema estelar formado por tres estrellas y no por dos, como sostenía la astronomía desde mediados del siglo XIX. Lo verdaderamente sorprendente es que cuando en 1931 el antropólogo francés Marcel Griaule visitó por primera vez a los dogon descubrió que sus tradiciones más sagradas hablaban de una estrella compañera de Sirio y de la que, incluso, conocían el tiempo que tarda en completar su órbita. Por si fuera poco los dogon sabían que es extraordinariamente densa y hablaban de una tercera estrella de la que, dicen, es mucho más ligera. Todos estos datos han podido ser cotejados, cinco mil años después, por D. Benest y J.L.Duvent quienes dedujeron en 1995 que la nueva Sirio C es una "enana roja" quinientas veces menos densa que nuestro Sol. ¿Sorprendente no?
Por si fuera poco otros pueblos vecinos como los Bambara, los Bozo de Segu y los Miniaka de Kutiala comparten idénticos conocimientos sobre Sirio con los dogon. "Cada cincuenta años -explica el investigador Javier Sierra- cumpliendo la órbita de Sirio B alrededor de Sirio A, estas tribus celebran las Fiestas Sigui, en honor a Sigui Tolo que es como conocen a Sirio A. Es entonces -prosigue- cuando elaboran complejas máscaras de madera para celebrar la entrada del nuevo ciclo, que después almacenan en un lugar sagrado desde, al menos, el siglo XV". Con respecto a cómo estas tribus adquirieron tales conocimientos Sierra añade: "Los dogon creen en un dios hacedor del Universo que mandó a nuestro planeta a un dios menor. Éste descendió a la Tierra y trajo semillas de plantas... Después de crear la Tierra, las plantas y los animales, este dios creó la primera pareja de humanos". Sorprendentemente esta leyenda encaja con otras de lugares bien dispares lo que hace pensar que todas partieron de un tronco común. ¿Acaso
un acontecimiento real? Así lo pensaban, a finales de los cincuenta, los escritores franceses Louis Pauwels y Jacques Bergier "¿Y si los más viejos textos de la Humanidad -se preguntaban- sagrados a nuestros ojos, no fuesen más que traducciones bastardas, vulgarizaciones aventuradas, informes de tercera mano, recuerdos un poco adulterados de realidades técnicas?"
Si en el pasado, efectivamente, la Humanidad mantuvo contacto con seres extraterrestres resulta lógico pensar que, automáticamente, aquellos pueblos primitivos los asociasen a espíritus o divinidades que instruían a los humanos.
En la literatura védica , en un relato que se encuentra en las estancias de Dzyan, hallamos de nuevo alusiones a estos "instructores" extraterrestres y a la "importación" de algunos frutos, en este caso el trigo: "Frutos y granos, desconocidos sobre la Tierra hasta entonces, fueron traídos desde otras lokas (esferas o planetas) por los Señores de la Sabiduría". Se da la circunstancia de que, efectivamente, el trigo es una gramínea con una localización geográfica muy restringida en su origen, en concreto en Oriente Medio, donde aún se puede hallar en estado silvestre. Precisamente allí se generó la leyenda de Osiris, el dios egipcio que, entre muchas otras cosas, enseñó a los habitantes del Valle del Nilo a vivir en ciudades y la agricultura. Osiris, según la leyenda, descendió del cielo en un "barco volador". ¿Se trataba de un OVNI?
EL PUEBLO DE LAS ESTRELLAS
Uno de los relatos más curiosos es, sin embargo, el del etnólogo británico Karyl Robin-Evans, quien en un notable informe publicado en el Journal of Comparative Ethnology dio a conocer una singular tribu del Tibet. Se trata del pueblo de los Dzopa –hoy exterminados- que declaraban con vehemencia que habían venido de las estrellas y que esperaban que sus hermanos del cielo vinieran a buscarles. Los Dzopa custodiaban una serie de extraños objetos en forma de disco y sabían muchas artes extrañas. Comerciaban con sus habilidades médicas y con metales a cambio de comida y lecciones de agricultura.
Robin-Evans menciona una celebración, conocida como el Festival de las Cabezas, que conmemora la supuesta llegada del pueblo desde lo alto del firmamento. En el desarrollo de la ceremonia los Dzopa hacen volar cometas en las que han escrito frases como: "Venid a nosotros" o "Volved a nuestros hermanos perdidos".
También los conquistadores españoles hallaron numerosas referencias a seres superiores venidos de los cielos. Fernando Pizarro, que salió de Panamá y llegó a Coaqui, perú, en 1531, consiguió su primera y efímera victoria gracias a la piel blanca de sus hombres, sus caballos y el retumbar de los cañones. Al parecer los indígenas les confundieron con los "dioses blancos" cuya presencia coincidía con "ruidos estruendosos y desmedidos". También el cronista Hernán Cortés escribe: "Poco tiempo antes que viniésemos a la Nueva España vieron una señal en el cielo, que era como verde y colorado y redonda como una rueda de carreta y que junto a la señal venía otra raya y camino de hacia donde sale el Sol y se venía a juntar con la raya colorada". ¿Se referían a las naves de sus "dioses" extraterrestres?"
EL ASTRONAUTA DE PALENQUE
Pero un notable descubrimiento puede despejar las dudas todavía existentes. En el estado de Chiapas, México, en el vasto campo de ruinas mayas de Palenque dominada por una gran pirámide se levanta el llamado Templo de las Inscripciones. Fue allí, en 1945, donde el arqueólogo Alberto Ruiz Lhuillier descubrió un extraño relieve que representa un objeto cónico con un tubo de escape encendido. Un sacerdote estirado mira hacia arriba y sostiene palancas en sus manos. Los jeroglíficos mayas que figuran en el marco del dibujo del sarcófago han sido interpretados como el Sol, la Luna y la Estrella Polar, confirmando así la interpretación cósmica del relieve.
¿Quiénes eran estos visitantes?, ¿Cabe pensar que nunca nos ha abandonado? ¿Significa esto que existe una presencia invisible pero protectora de la Humanidad influida por las doctrinas que hace miles de años seres de otros mundos legaron a los sacerdotes antiguos? Tal vez esta sea la razón de la existencia de muchas sociedades secretas quienes, desde la más remota antigüedad, han guardado los conocimientos que, presuntamente, otros seres les trasmitieron, tal vez la siguiente fase, en la que nos encontramos, sea descifrar los datos para el contacto definitivo.
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Josep Guijarro Triadó
Director de KARMA 7
Investigador y periodista
OVNIS EN LA ANTIGÜEDAD
La historia de los avistamientos de objetos volantes
no identificados y de la variada fenomenología que los acompaña, puede
dividirse en dos grandes etapas: una que engloba los avistamientos
habidos desde épocas prehistóricas hasta nuestro siglo XX, y otra que
recoge los avistamientos contabilizados en la época tecnológica, desde
aquellos nueve discos volantes que avistara Kenneth Arnold el 24 de
junio de 1947 junto al monte Rainier, en Washington, hasta hoy.
En el artículo que sigue voy a resumir la fenomenología de la primera de estas dos etapas. Aquella en que ninguno de los objetos avistados podía proceder de la humanidad terrestre conocida.
En el artículo que sigue voy a resumir la fenomenología de la primera de estas dos etapas. Aquella en que ninguno de los objetos avistados podía proceder de la humanidad terrestre conocida.
SIEMPRE HAN ESTADO
Desde los albores de la humanidad como tal, el hombre acepta como
lógica la existencia de fuerzas inteligentes, de seres supuestamente no
humanos —dioses, ángeles, demonios y un sinfín de intermediarios— que
intervienen directamente en el curso de nuestra vida sobre este
planeta.
Los textos y legados que en el curso de los tiempos han ido
reflejando el acontecer de la historia de la humanidad están salpicados
de testimonios que ilustran la presencia permanente de objetos volantes
que evolucionan de forma inteligente a baja altura sobre la superficie
terrestre. La lista de tales avistamientos en todo el mundo y en todas
las épocas prueba que la actuación y la intervención de una o de varias
inteligencias distintas de la nuestra forman parte integrante y
continuada de la historia de la humanidad.
Si prestamos oidos al bioquímico inglés Francis Crick —Premio
Nobel en 1962 por haber descubierto la estructura del ADN—, habríamos
sido creados por una supercivilización del espacio que en una época
remota infectó al planeta Tierra con un microorganismo destinado a
desarrollarse en el tiempo hasta llegar a ser lo que hoy somos los
seres humanos. Otros científicos secundan este supuesto, como por
ejemplo Vsevolod Troitsky, de la Academia de Ciencias de la URSS, para
quien la Tierra es un campo de experimentación de nuevas formas de
vida, controlado por seres superiores y desconocidos para nosotros.
Los más antiguos legados de la humanidad parecen refrendar estos supuestos. Aportaré solamente dos ejemplos.
En el Popol Vuh, el Libro del Consejo de los indios quichés, de la gran familia maya, se dice: «Y
los Maestros Gigantes hablaron, así como los Dominadores, los Poderosos
del Cielo: Es tiempo de concentrarse de nuevo sobre los signos de
nuestro hombre construído, de nuestro hombre formado, como nuestro
sostén, nuestro nutridor, nuestro invocador, nuestro conmemorador.
Haced pues que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos
conmemorados, por el hombre construido, el hombre formado, el hombre
maniquí, el hombre moldeado.»
Algo similar recoge la Epopeya de la Creación, cuando pone en boca del dios creador y solar babilonio Marduk las siguientes palabras: «Produciré
un sumiso Primitivo; 'Hombre' será su nombre. Crearé un Obrero
Primitivo. En él recaerá el servicio de los dioses, para que ellos
puedan descansar tranquilos.»
Sigamos pues la pista histórica de la presencia de estos
supuestos dioses —en realidad, nada más que seres inteligentes
tecnológicamente superiores a nosotros— en la atmósfera terrestre.
LOS TESTIMONIOS MAS ANTIGUOS
El volumen II de la Introducción a la Ciencia Espacial,
publicado por la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos,
incluye un capítulo de estudio de los OVNIs. Se afirma allí
literalmente que «los OVNIs son objetos materiales que están, o
bién pilotados, o controlados por control remoto por seres que son de
fuera de este planeta». Y también se afirma que «las visiones OVNI
parecen extenderse a lo largo ya de 47.000 años».
El testimonio acaso más antiguo que relaciona a los supuestos
dioses con los objetos volantes no identificados, sea el que transmiten
los aborígenes de los montes Kimberley, en el noroeste de Australia.
Cuentan que en tiempos remotos sus dioses trazaron sobre las rocas unos
dibujos antropomorfos de notable tamaño, los Wandjinas, con rostros
carentes de boca y rodeadas sus cabezas por uno o dos semicírculos en
forma de herradura, con finas líneas que irradia el círculo exterior.
Después de ello y de instruir a los nativos, los wandjinas o dioses se
transformaron en serpientes míticas y se refugiaron en charcos
cercanos. Cuentan los nativos que de vez en cuando se les puede ver de
noche en forma de luces que se mueven a gran altura.
A gran altura debió moverse también un desconocido aparato
volador, inteligentemente guiado, hace ahora unos 11.000 años. Así se
desprende de los datos recogidos en los mapas de Piri Reis, que se
conservan en el museo Topkapi de Istanbul. Fueron trazados en 1513 por
el almirante de las flotas turcas Piri Reis, y muestran fielmente los
accidentes geográficos de las costas americanas, incluyendo los de la
Antártida. Con la notable peculiaridad de que en ellos el extremo Sur
de la Tierra de Fuego enlaza por medio de la estrecha lengua de tierra
con la Antártida, allí en donde hoy en día las aguas del estrecho de
Drake enlazan entre sí a los océanos Atlántico y Pacífico. Cotejados
los mapas con las fotografía infrarrojas aéreas que reflejaban el
perfil submarino, se llegó a la conclusión de que realmente había
existido este puente de tierra entre el continente sudamericano y la
Antártida a finales de la última glaciación; o sea, hace ahora unos
11.000 años. Piri Reis había reseñado en sus mapas con asombrosa
exactitud costas, islas, bahías y montañas que en parte hoy ya no son
visibles, sino que están cubiertas por una considerable capa de hielo.
El propio almirante Piri Reis indicó, en los textos explicativos de sus
mapas, que para su confección se había servido de otros mapas
anteriores, entre ellos uno requisado a un marino que había formado
parte de las tripulaciones de Cristóbal Colón, y que fue capturado en
aguas peninsulares ibéricas. Debemos concluir que alguien trazó con
perfección la orografía terrestre de aquella zona del globo hace 11.000
años. ¿Quién fue? El cartógrafo americano Arlington H. Mallery afirmó
en su día que no podemos imaginarnos como se trazó un mapa tan preciso sin el concurso de la aviación.
ARTILUGIOS VOLANTES EN LA ANTIGUA INDIA
Vimos anteriormente como en su libro sagrado Popol Vuh, los
indios quichés de la gran familia maya decían de nuestros creadores que
éstos eran unos constructores. Damos ahora un salto en la geografía y
nos vamos a la India, en donde podemos leer en la gran epopeya
sánscrita del Mahabharata que precisamente Maia, el
constructor, el ingeniero y arquitecto de los asuras, diseñó y
construyó un gran habitáculo de metal, que fue trasladado al cielo. Era
solamente uno de muchos habitáculos similares. Cada una de las
divinidades Indra, Yama, Varuna, Kuvera y Brahma, disponía de uno de
estos aparatos metálicos y voladores.
El gran sabio de la antigua tradición, Narada, explica que la
ciudad volante de Indra se hallaba ininterrumpidamente en el espacio.
Estaba rodeada de una pared blanca, que producía destellos de luz
cuando el vehículo se desplazaba por el firmamento.
Otros aparatos automáticos se desplazaban libremente bajo agua
y en las profundidades de los océanos de una forma similar a los
modernos submarinos.
El texto sánscrito del Mahabharata se refiere normalmente a los aparatos volantes con el nombre de «vimanas».
El texto sánscrito del Mahabharata se refiere normalmente a los aparatos volantes con el nombre de «vimanas».
Pero habla también de grandes ciudades —colonias— espaciales, de grandes ciudades submarinas, y de ciudades subterráneas.
Arjuna, una de la divinidades, disponía de un indestructible vehículo volador anfibio, pilotado por su ayudante Matali.
Todas estas construcciones y aparatos voladores, submarinos y subterráneos, están descritos en la epopeya del Mahabharata con gran lujo de detalles, con detalle de sus medidas y descripción de sus características.
También Valmiki, el autor de la otra gran epopeya hindú, el Ramayana,
nos habla con absoluta naturalidad de los vehículos que —a voluntad de
su piloto— volaban libremente por el aire. También eran metálicos y
brillaban en el cielo.
OBJETOS VOLANTES INTELIGENTEMENTE GUIADOS, EN LOS TEXTOS BIBLICOS
Leemos en los textos bíblicos cómo el profeta Ezequiel nos narra su
encuentro con un vehículo volante, que se le acercó tanto —junto al río
Quebar, en la inmediaciones de Babilonia— que incluso vió a uno de sus
tripulantes, el cual le habló a él personalmente.
Esta visión que Ezequiel tuvo, y que está descrita con lujo de
detalles en los textos bíblicos, fue detenidamente analizada por el
ingeniero de la agencia espacial norteamericana —la NASA— Josef
Blumrich, quién concluyó que lo que vió el profeta fue efectivamente y
sin ningún género de dudas una nave volante. Tanto es así, que dicho
ingeniero —director de la Oficina de Construcción de Proyectos de la
NASA—, rediseñó el aparato descrito por Ezequiel y patentó algunos de
sus elementos.
También en la Biblia, la destrucción de las ciudades de
Sodoma y Gomorra refleja con precisión los efectos de una explosión
atómica, anunciada a Lot por dos emisarios que bajan de las alturas y
comen alimentos en casa de su anfitrión.
Finalmente, en muchos pasajes de los textos bíblicos —comenzando por el libro del Exodo—
se describen con detalle nubes inteligentemente guiadas. En el caso del
libro citado, una de estas nubes —luminosa de noche y en forma de
columna de humo de día— guía al pueblo de Israel en su huída de Egipto.
Esta nube indica el camino a seguir, proporciona alimento, e incluso
desciende hasta el suelo para que sus tripulantes (en este caso el
mismo Yahveh) pueda dar órdenes verbales al caudillo de los hijos de
Israel, Moisés.
EL OVNI DE BELEN
La estrella de Belén, cuya aparición está tan íntimamente ligada al
fenómeno Jesús, es —como se puede repasar en los Evangelios— una «estrella»
que se mueve y que, además, tiene la facultad de detenerse. No es
extraño que una estrella esté aparentemente «parada» en el firmamento,
como parece que lo están todas las que vemos normalmente, ni tampoco
que una estrella se mueva, como es el caso de las estrellas fugaces o
de los cometas. Lo que sí se sale realmente de lo usual es que haga
ambas cosas: moverse y pararse. Y que, además, demuestre ser
inteligente: «Salieron, y la estrella que habían visto en Oriente» —podemos leer en los Evangelios— «iba delante de ellos hasta que se detuvo encima de donde se hallaba el niño.»
Se le ha querido dar una explicación astronómica a este fenómeno
de la llamada estrella de Belén, aduciendo que se habría tratado de la
conjunción —tercera conjunción por aquellas fechas— de los planetas
Júpiter y Saturno. En dicha conjunción los citados planetas se juntaron
ópticamente en dirección Sur de tal manera que los magos de Oriente, en
la ruta que seguían de Jerusalén a Belén, siempre tenían a estos dos
planetas que formaban una sola estrella, delante de ellos. La estrella
iba efectivamente, como dicen los Evangelios, precediéndoles.
Hasta aquí, todo correcto. Pero si hubieran caminado siempre en
la dirección que les indicaba esta conjunción de Júpiter y Saturno —y
dado que se trataba de un fenómeno extraatmosférico que por lo tanto,
por mucho que avanzasen los magos, siempre habría estado situado por
delante de ellos— a donde habrían llegado es a las aguas litorales del
mar Rojo.
Pero no: se detienen a 7 km escasos de Jerusalén. ¿Por qué?
Porque no iban en pos de la conjunción Júpiter-Saturno, sino de un
objeto brillante que finalmente se detuvo a baja altura encima del
lugar encima del lugar en el que se hallaba el niño: Jesús. Un objeto
volador que se movía inteligentemente dentro de nuestra atmósfera.
LOS HIJOS DEL CIELO
Los antiguos habitantes de China se autodenominaban «hijos del cielo».
Y su literatura clásica proporciona una abundante selección de
observaciones de objetos volantes desconocidos, con especificación muy
concreta del momento histórico en que apareció cada uno de ellos.
Una de las referencias más antiguas que podemos hallar figura en la obra Ciencia Natural, que en el capítulo X reza: «Bajo el reinado de Xi Ji» —hace aproximadamente 4.000 años— «fueron
vistos dos soles en la ribera del río Feichang, uno de los cuales subía
por el este, mientras que el otro bajaba por el Oeste. Ambos producían
un ruido como el trueno.»
En época mucho más reciente, el escritor Wang Jia, que vivió bajo la dinastía de los Tshin, relata en su libro Reencuentro una historia acaecida en el siglo IV antes de JC: «Durante
los 30 años del reinado del emperador Yao, una inmensa nave flotaba por
encima de las olas del mar del Oeste. Sobre esta nave, una potente luz
se encendía de noche y se apagaba de día. Una vez cada 12 años, la nave
daba una vuelta por el espacio. Por esto se la denominaba Nave de Luna o Nave de las Estrellas». En su obra Observaciones del Cielo,
otro historiador, que vivió entre los años 960 y 1279 nos da una imagen
todavía más clara de esta nave del cielo, afirmando de ella: «Había
una gran nave voladora expuesta en el palacio de la Virtud bajo la
dinastía de los Tang. Medía más de 50 pies de largo, y resonaba como el
hierro y el cobre, resistiendo perfectamente a la corrosión; se elevaba
en el cielo para retronar después, y así continuamente.»
Por su parte, el historiador Zhang Zuo, autor de la Historia del Poder y de la Oposición, escribe también que «el
29 de mayo del año 2 bajo el reinado del emperador Kai Yuan, durante la
noche, apareció una gran estrella móvil, del tamaño de una cuba, que
volaba en el cielo del Norte, acompañada de otras estrellas más
pequeñas; esto duró hasta el amanecer».
Otro texto, el Nuevo Libro de los Tang, reza en su capítulo XXII, dedicado a la Astronomía: «El
año 2 bajo el reinado del emperador Quian-fu, dos estrellas, una roja y
la otra blanca, que medían como os veces la cabeza de un hombre, se
dirigieron una junto a la otra al Sudeste. Una vez paradas en el suelo,
aumentaron lentamente de tamaño y lanzaron luces violentas. Al año
siguiente, una estrella móvil brilló de día como una gran antorcha.
tenía el tamaño de una cabeza. Habiendo llegado del Nordeste, sobrevoló
dulcemente la región, para desaparecer finalmente en dirección Noroeste.»
En otro pasaje de este mismo libro podemos leer: «En marzo
del año 2, bajo el reinado del emperador Tian Yu, cierta noche una gran
estrella surgió de la bóveda del cielo. Era cinco veces más grande que
un celemí y volaba en dirección del Noroeste. Descendió hasta treinta
metros del suelo. Su parte superior lanzó luces de fuego de color rojo
anaranjado. Sus luces llegaban a más de cinco metros. Se desplazaba
como una serpiente, rodeada de numerosas estrellas pequeñas que
desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Se vió una especie de
vapor que subía muy alto hacia el cielo.»
Esta es solamente una brevísima selección de cuanto puede leerse en los textos clásicos chinos acerca de los OVNIs.
TRAFICO AEREO EN LA LITERATURA CLASICA DE LA CUENCA MEDITERRANEA
Autores como Plinio el Viejo, Plutarco, Dio Cassio, Séneca, Cicerón
o Julio Obsequens fueron en mayor o menor grado conscientes de que los
dioses estaban guiando a los hombres sobre la Tierra. Sin ir más lejos,
en el libro octavo de la Eneida, Virgilio habla de «ruedas que transportaban rápidamente a los dioses».
En el Prodigiorum Liber (el Libro de los Prodigios), el
historiador Julio Obsequens recoge textos originales de Cicerón, Tito
Livio, Séneca y otros. Podemos leer allí:
«Siendo cónsules Cayo Mario y Lucio Valerio, se pudieron
ver en diversos lugares de Tarquinia un objeto que semejaba una
antorcha encendida que súbitamente cayó del cielo. Hacia el anochecer
se vió un objeto volador circular, parecido en su forma a un "clypeus"
(el escudo redondo empleado por los legionarios romanos) llameante, que
cruzaba el cielo del Oeste hacia el Este.»
También podemos leer allí que «en el territorio de
Spoleto, en la Umbría, una esfera de fuego, de color dorado, cayó a
tierra dando vueltas. después parecía que aumentase de tamaño, se elevó
del suelo, y ascendió hacia el cielo, en donde oscureció al disco del
Sol con su claridad cegadora. Después desapareció en dirección al
cuadrante Este del cielo.»
Tito Livio también informa por su parte: «Naves fantasma
han sido vistas brillando en el cielo...Mientras que en el distrito de
Amiterno aparecieron en muchos lugares hombres con vestidos
destellantes, de lejos y sin acercarse a nadie.»
Son solamente unos botones de muestra de la abundante literatura clásica que refiere este tipo de avistamientos.
INTERVIENEN EN EL CURSO DE NUESTRA HISTORIA
Hay momentos concretos a lo largo de la historia de la Humanidad, en
que figuras u objetos que descienden del cielo, intervienen en los
asuntos de los hombres, e incluso llegan a decidir nuestras disputas en
uno u otro sentido. En algunas ocasiones, la ayuda ha sido favorable al
signo de la Cruz, si bien el motivo de este favoritismo se nos escapa.
Así aconteció en las luchas de los cristianos contra los moros, y
también —durante la conquista de América— en las luchas contra los
indios.
LA GLORIA DE DIOS
Una ocasión importante en que manifestaciones concretas del cielo
ayudaron a los cristianos, se dió en plena campaña exterminadora de
Carlomagno contra los paganos sajones. Así lo explica claramente el
monje Lorenzo, en sus Annales Laurissenses. Explica en esta
obra histórica cómo los sajones se habían rebelado contra las tropas de
los francos, y avanzaban hacia el castillo de Sigisburg para
conquistarlo. La oposición de los francos fue dura, motivo por el cual
los sajones no pudieron culminar su gesta. Y leemos literalmente en la
obra citada: «Entonces, cuando los sajones advirtieron que las
cosas no iban a su favor, comenzaron a construir andamios desde los
cuales pudiesen saltar valientemente al castillo mismo. Pero Dios es
tan bueno como justo. Superó su valor, y el mismo día en que prepararon
el asalto contra los cristianosque vivían dentro del castillo, la
gloria de Dios apareció en manifestación encima de la iglesia en el
interior del castillo. Los que lo observaron, muchos de los cuales aún
viven hoy en día, dijeron que tenían el aspecto de dos grandes escudos
de color rojo llameante, y que se movían por encima de la iglesia. Y
cuando los paganos que estaban afuera vieron este signo, cayeron
seguidamente en la confusión y quedaron aterrorizados por el pánico,
huyendo precipitadamente.»
Como consecuencia de la intervención de este poder aéreo, los
sajones se rindieron y decidieron en juramento solemne su conversión al
cristianismo. Por lo tanto, acatar las leyes de Carlomagno.
AMERICA: REESTRENO DEL DRAMA DE MOISES
De Europa nos vamos a tierras norteamericanas. Porque si Yahveh hizo
caminar a Moisés con sus seguidores por el desierto durante cuarenta
años, el dios de los aztecas obligó a éstos a una caminata de casi
3.000 km, antes de que hallasen en una pequeña isla en medio del lago
Texcoco, al águila de su profecía devorando a una serpiente. Era el
símbolo que les indicaba que aquella era su tierra de promisión.
Los paralelismos entre el éxodo del pueblo de Israel y el éxodo
del pueblo azteca comienzan con la personalidad misma de los dos
protagonistas, Yahveh y Huitzilopochtli. Ambos querían ser considerados
como protectores e incluso como padres, pero eran tremendamente
exigentes, implacables en sus frecuentes castigos, y muy irritables.
Ambos les indicaron a sus pueblos elegidos que abandonasen la tierra
que habitaban. Ambos acompañaron personalmente a sus protegidos a lo
largo de todo el peregrinaje. Yahveh lo hizo como ya vimos en forma du
una curiosa nube o coluna de fuego y de humo que les procuraba luz de
noche y sombra de día, o les señalaba el camino que debían tomar.
Huitzilopochtli, a su vez, acompañaba a los aztecas en forma de un gran
pájaro. La tradición afirma que fue un águila o una grulla blanca, que
les iba indicando la dirección en la cual debían caminar desde las
tierras de Arizona y de Utah hasta el emplazamiento de la actual
capital de México.
Pero lo más curioso es que los dos pueblos —israelitas y
aztecas— transportaban una especie de caja sagrada que para ellos tenía
una gran importancia y que servía para comunicarse directamente con la
divinidad. Los israelitas llevaban la famosa Arca de la Alianza, y los
aztecas llevaban un cofre, tal y como nos lo cuenta fray Diego Durán,
historiador contemporáneo de la conquista: «Cuando llegaban a un
lugar para quedarse en él durante algún tiempo, lo primero que hacían
era construir un templo que servía para alojar el cofre en que llevaban
a su dios.»
LOS ESCUDOS VOLANTES DE LOS INDIOS HOPI
Si Carlomagno fue ayudado por unos escudos volantes y los aztecas
—procedentes de Arizona— contaron con el apoyo de una inteligencia que
dominaba el vuelo, ambas circunstancias se repiten en la historia de
los indios hopi —establecidos en la actual Arizona—. Según explica su
jefe White Bear, contaban sus antepasados que sus abuelos habitaban
unas tierras situadas al Oeste, o sea en algún punto del océano
Pacífico. Al hundirse estas tierras, unos seres descendidos de las
alturas —los katchinas— les ayudaron a trasladarse al continente
americano, en parte sirviéndose de escudos volantes. Estos seres sabían
además tallar grandes bloques de piedra, dominaban el transporte aéreo
de estos bloques, y eran diestros en la construcción de instalaciones
subterráneas. Algo muy parecido a lo que nos narran según vimos los
antiguos textos sánscritos.
OVNIS DURANTE LA CONQUISTA DE AMERICA
Alguna inteligencia seguía sobrevolando a los humanos en tierras
americanas siglos más tarde. Así, Bernal Díaz del Castillo, cronista de
Hernán Cortés, escribe en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: «Dijeron
los indios mexicanos que vieron una señal en el cielo que era como
verde y colorada y redonda como rueda de carreta y que junto a la señal
venía otra raya y camino de hacia donde sale el Sol y se venía a jnutar
con la raya colorada». Y, un poco más adelante: «Lo que yo vi y todos cuantos quisieron ver, en el año 27» —1527— «estaba
una señal del cielo de noche a manera de espada larga, como entre la
provincia de Pánuco y la ciudad de Tezcuco, y no se mudaba del cielo, a
una parte ni a otra, en más de veinte días.»
Son, una vez más, solamente dos pinceladas de los mucho objetos
volantes no identificados que —en este caso— refieren las crónicas de
la conquista de América.
¿VIENEN DE SIRIO?
Cuentan los dogones, que habitan en las tierras de la acual
república africana de Mali, que desde siempre, el elemento para ellos
más importante del firmamento es una estrella pequeña que gira
alrededor de la gran estrella Sirio, el brillante astro que luce en la
constelación del Can Mayor. Por los estudios realizados de sus
tradiciones, podemos afirmar que poseen este conocimiento por lo menos
desde el siglo XII. Cuando en cambio la moderna astronomía no descubrió
Sirio B —que orbita alrededor de Sirio A y es invisible al simple ojo
humano— hasta mediados de siglo pasado. Los dogones conocían por lo
menos siete siglos antes la existencia de Sirio B, siendo conscientes
además de que es invisible. Pero además, el dibujo ritual que ellos
trazan para mostrar la órbita en que Sirio B gira alrededor de Sirio A,
es abolutamente idéntico al dibujo que ofrece el moderno diagrama
astronómivo de la órbita de Sirio B alrededor de Sirio A. Los dogones
saben además que Sirio B es un cuerpo extraordinariamente pequeño. Y
también aquí la astronomía oficial confirma que Sirio B es una «enana blanca»,
una estrella pequeña. También dicen los dogones que Sirio B es la
estrella más pesada que existe. Y una vez más la ciencia confirma:
Sirio B —a la que ellos llaman Po Tolo— es, en cuanto enana blanca, una
estrella extraordinariamente densa, o sea, extraordinariamente pesada.
Pero además, y de acuerdo con la mitología de los dogones, Po Tolo da
una vuelta alrededor de Sirio A cada cincuenta años. Y confirma también
aquí la moderna astronomía que Sirio B da una vuelta alrededor de Sirio
A exactamente cada cincuenta años. Más asombroso aún: durante sus
festividades rituales, los dogones rinden honores al hecho de que Po
Tolo gire sobre sí mismo. ¿De donde podían saber —no los dogones, sino
nadie— desde hace ocho siglos que las estrellas giran sobre su propio
eje?
Cuando se les plantea a ellos esta pregunta, afirman que un día
llegaron unos seres procedentes del sistema de Sirio, con la finalidad
de instaurar la sociedad en la Tierra. De ellos proceden sus
conocimientos. Estos seres desconocidos —a los que ellos llaman «nommos»—
descendieron a la Tierra en un arca que, antes de aterrizar, giraba o
volteaba en el aire. El aterrizaje aconteció en el Nordeste del país de
los dogones y produjo un ruido importante al descender el arca. Los
dogones describen el aterrizaje de forma muy gráfica: «El arca se
posó en la tierra seca del Zorro y desplazó polvo, levantado por el
remolino que causó. La violencia del impacto dejó el suelo rugoso. El
arca era como una llama que se apagó al tocar la tierra.» Era roja como el fuego y se volvió blanca cuando aterrizó.
Y MUCHO MAS...
La brevedad de un artículo no da para más. En el tintero se han
quedado centenares de casos OVNI en la Antigüedad, en la Edad Media y
en tiempos más recientes, hasta llegar a aquéllos que cité al
principio, vistos por Kenneth Arnold en 1947. Para enumerar solamente a
algunos de los más importantes, falta hablar de los Objetos Volantes No
Identificados vistos por Tutmosis III el Grande, por Alejandro Magno y
por Timoleón (ambos en el s. IV a.JC), por Cayo Julio César y por
Pompeyo (s. I a JC), y por Constantino el Grande (s. III). También la
espada volante vista sobre Jerusalén en el s. I y citada por Flavio
Josefo. Ni hay que olvidar el cuadro La Madonna e san Jiovannino
de la escuela de Filippo Lippi (s. XV), en que junto a la Virgen
aparece en el cielo un OVNI, ni el OVNI citado en los anales de la
Inquisición, y que transportó al Dr. Torralba en viaje de ida y vuelta
de Valladolid a Roma en 1527. Deben recordarse igualmente los fenómenos
OVNI citados por Pedro de Valdivia y por el cronista Pedro Cieza de
León (s. XVI), y por Fray Junípero Serra (s. XVIII). No deben omitirse
los cilindros volantes vistos sobre Nuremberg en el s. XVI, la viga
aérea vista por Benvenuto Cellini, los globos ígneos que sobrevolaron
Basilea también en el s. XVI, la columna brillante que se presentó la
víspera de la batalla de Lepanto, una vez más en el s. XVI, los OVNIs
que evolucionaron sobre Cataluña en 1604, recogidos en el Diari de
Jeroni Pujades, iguales chismes volantes vistos sobre el mediodía de
Francia en 1621, la hostia volante que sobrevoló Braga en 1640, la bola
volante que sobrevoló Robozero, en Rusia, en 1663, y finalmente los 446
OVNIs reportados por el director del observatorio mexicano de
Zacatecas, en 1883.
En absoluto puede afirmarse —a la vista de este repertorio— que
los OVNIs son una invención o un fenómeno característico de nuestro
siglo XX.
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hola:
ResponderEliminarGRACIAS POR SUS GRANDES INTENCIONES DE "MOSTRAR
Y REVELAR LA VERDAD" SI BIEN CUENTAN CON LOS TESTIMONIOS Y RELATOS BASTANTE VERIDICOS CITADOS ANTERIORMENTE VEO UNA INTENSA OBSESION POR PERSUADIR A SUS VISITANTES A CREER QUE SOMOS MARIONETAS DE SERES EXTRATERRESTRES CUANDO LA VERDAD MUCHOS DE AQUELLOS TESTIMONIOS SON MITICOS Y PROBABLEMENTE BASADOS EN FENOMENOS ASTRALES VISTOS POR HUMANOS PRIMITIVOS CON POCA CAPACIDAD INTELECTUAL QUE VIVIAN EN CAVERNAS Y LO NUEVO O EXTRANÑO ERA POR ELLOS ASIMILADO COMO UN MANIFESTACION DE ALGUNA DEIDAD POR EJEMPLO EL SOL ERA ADORADO Y MUCHOS ASTROS MAS TAMBIEN LOS FENOMENOS NATURALES COMO ERUPCIONES VOLCANICAS Y TEMPESTADES ERAN ATRIBUIDAS A IRA DE LOS DIOSES
PROBABLEMENTE AURORAS , ECLIPSES , ESTRELLAS FUGACES, ASTEROIDES Y DEMAS CUERPOS CELESTES AVISADOS DESDE LA TIERRA PUDIERON PRODICIR REFLEJOS EN EL BASTO CIELO.EL INTELECTO PRIMITIVO LO ATRIBUYO A SUS DIOSES .. HOY CUALQUIER RESPLANDOR Y REFLEJO ES ATRIBUIDO A EXTRATERRESTES LAS LUCES QUE EMITEN AVIONES FAROS SATELITES Y DEMAS HAN SIDO ALUDIDAS A O.V.N.I.S PERO LUEGO SE HA COMPROBADO QUE SON UNA FARZA O QUE ERA UNA CAMARA CON UNA RESOLUCION MUY MALA